Bebía cafeteras enteras, una tras otra. La noche y el café, los dos aliados de las musas y las letras. Una vieja costumbre. Hipertenso desde hacía unos años, el café había pasado a ser descafeinado. La luna, al acostarse cada noche, se arropaba dentro de un pequeño blíster. A la mañana siguiente, la ingería. Pequeña luna contra la tensión.
Existen dos verdades universales. Una dice que el hombre es animal de costumbres. La otra, que hay pequeñas mentiras y medias verdades que ni la noche conoce.
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